Estoy sentada en un café que está justo en frente la fuente en diagonal del final o quizás principio de la Rue Monge. Este es mi barrio favorito de todo París. El barrio latino. Yo no vivo aquí. Yo vivo cerca pero digamos que en la frontera. Como vivimos los latinos. En la frontera de algo, siempre. Queriendo cruzar para conocer lo desconocido. Me siento muy latinoamericana últimamente. Sobretodo con las erres confusas del francés y tanto europeo rondando por aquí. Si. Rondando. Zamureando como le llaman en mi pueblo.
Hoy tuve una mañana de visitas a nuevos apartamentos y algunas inmobiliarias. En la segunda a la que entré, después de las primeras cinco preguntas del Rubio que atendía, que he de aclarar que NO era nada guapo y esto lo digo porque después del cuestionario que me hice yo sudaba como plomero reparando el lavaplatos. Cada pregunta era más difícil que la otra. Se me olvidaban los verbos. Hasta que en una nos entendimos y me dijo ¿cuanto tiempo tienes para mudarte? Hasta noviembre le respondí. Me dijo que hará su mejor esfuerzo total que todas las visitas posteriores me valieron un poco a mierda. Confío en el Rubio. Me dio buen feeling.
Me tomo un café con leche y unas galletas que traen dizque miel. Miel de flores. No les creo, pero saben bien. Por otro lado, tome tres decisiones importantes la noche de ayer, como se toman la mayoría de las decisiones trascendentales, los viernes noche. Digamos que a partir de hoy ya no haré algunas cosas que acostumbraba hacer, como por ejemplo ir al jardín tino-rossi todas las tardes para ver si me tropezaba con las cosas que le pasaban por la cabeza a Pepe. Treinta y siete tardes noche. Treinta y siete atardeceres. Treinta y siete "de esto se trata". ¿Qué significa? Significa tres cosas: a la mierda.
Me tomo mi café. Sigo buscando. Se me acaba la galleta.
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