Estoy sentada en el vagón número 11303 vía la estación que hace conexión con la línea 9. Hoy busqué apartamentos como loca. Digo como loca porque no es sensato hacer tres diagramas de flujo, atender llamadas, responder e-mails, tratar de escribir un artículo sobre los atentados del once de septiembre y de paso también echarle un ojo a las páginas de particulares e inmobiliarias buscando casa en París. Ah, esto no quería contarlo pero es cómico, también en la hora de almuerzo comí frente a la computadora viendo un capítulo de bewitched y ya aprendí a mover la nariz como ella. En realidad es el labio superior. Mis distracciones son cómicas cuando tienes más de 65 años. Pero bueno, yo me distraigo.
Carlita, la primera compañera de piso que tuve en paris, y quien también es mi amiga, me prestó un libro de Benedetti, que ella había traído de Caracas, titulado "primavera con esquina rota". Me lo leí como en una semana y media nada más leyéndolo durante mis viajes en el metro. Recuerdo que hubo una carta, muy a lo Bolaño, donde la esposa del alter ego de Mario, viajaba mucho en el tren y decía que cuando uno se sienta en el puesto que mira hacia adelante, es optimista. En cambio, si vamos en el puesto opuesto al frente, somos melancólicos. Yo todos los días, cuando tengo la suerte de ir sentada en el metro, verifico si es un día optimista o un día melancólico.
Volviendo a lo propio, mi búsqueda de apartamentos estuvo positiva pero aún no me dan cita. Con todo y que en esta época "es buenísimo buscar casa en París, ¿no ves que todo el mundo ya esta regresando y buscando?". Yo me angustio. Pero bueno, las cosas se irán dando.
Me salió un barrito en el mentón. ¿Sabes cuanto tiempo llevaba sin que me saliera uno? Como siete meses. Cosas pasan. Así dice mi amigo Juan Luis. De quién hablare en otro momento.
Por ahora voy en el vagón, sentada en dirección optimista. Así vaya de vuelta a una casa que no es la mía.
Pronto, todo tendrá sentido. Incluso los nombres compuestos.
Así estoy.
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