Estoy sentada en frente del escritorio donde trabajo. Hoy el día estuvo un poco complicado. Temas laborales en su mayoría. Soy demasiado sentimental.
Tengo varios días quedándome en una casa que no es la mía. Casa de amigas la verdad. Lo hago porque al principio ellas estaban aquí y para mí era más sensato estar acompañada y darles mi compañía el poco tiempo que estarían en París. Además que justo antes de ayer domingo, cuando regrese de salir a comprar unas arepas en el barrio 18, descubrí una gotera en el segundo cuarto de mi hogar actual.
Mi vecino de arriba es el responsable de esa gotera. Estos problemas domésticos me recordaron a la casa de mi ex novio cuando tenía que llamar a un plomero y yo le recomendé uno. Quisiera hablar bien de mi ex novio, de hecho me felicitó por mi cumpleaños y yo leí sus palabras con mucha alegría, pensé que había cambiado un poco su parecer luego de haberme llamado indecente sólo porque me enamoré de nuevo seis meses después de que habíamos terminado, pero luego vi algunas cositas que me demostraron que él no ha cambiado mucho su pensamiento sobre mí. De cualquier manera, el rumbo de las cosas hoy lo tienen a él muy bien y le deseo todo lo mejor. Ya sufrí bastante como para seguir con rencores tontos. Algún día cuando seamos adultos los dos, quizás hablemos bien públicamente de ambos mutuamente. Mientras tanto me reservo los comentarios. Me sigue molestando que me vean la cara de pánfila, que no puedo negar tener. Sobretodo cuando voy en metro en la mañana y sin maquillaje. Aunque Pepe me decía que me veía muy guapa. Me quedo con esa versión, siempre.
Los problemas domésticos son bellísimos. Mi vecino me textea todo el día y hacemos pruebas como ésta: ¡qué tal sofi! Buen día. Abriré el agua fría a las 8h00, avísame si empieza a gotear. Y yo respondo: Claro Álex. Ya he vaciado la cubeta para tener una medida exacta del poder de la fuga. Y entonces hacemos la prueba. Alex es mi único amigo del edificio. La vecina del edificio del frente es un poco malhumorada. Yo pongo buena música en un volumen pseudo-moderado por las tardes. Al parecer no he dado con su gusto musical porque siempre que comienza mi playlist, ella cierra sus ventanas de un sopetón, dejándome claro el sonido que hacen las puertas al cerrarse con rabia. Yo le digo "desolé" y sonrío. La convivencia con los vecinos no siempre es tan llevadera como la que tengo con Álex. Quizás es porque sabe que su apartamento tiene daños que están deteriorando el mío. Ambos somos víctimas. Ser alquilado no es fácil. Ser propietario tampoco, pero uno justifica un poco más el sentido de pertenencia.
No me quiero mudar de mi casa. Es un piso pequeñito. Apenas 35m2. Suficiente para mis sueños de ser escritora. Además muchas cosas lindas han pasado ahí. Tengo una planta por ejemplo, y es la primera que me dura tanto tiempo. Tiene conmigo aproximadamente 3 meses y medio. También hay un Lobito de peluche que traje de Estocolmo para regalárselo a Pepe, después de una conversación que si mal no recuerdo, sería la tercera que tuvimos. El punto es que el Lobito era tan parte elemental de mi casa que se quedó conmigo y es el guardián de mi apartamento. Me atrevo a decir que él tampoco quiere irse.
La búsqueda de casa va muy mal. El señor Pascal, con quien firmé contrato de arrendamiento me dice que está complicado que sea en la misma zona bajo un precio similar. Guardo mis esperanzas. Quiero seguir cerca de mis recuerdos en la Rue de Seine.
Así estoy.
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