El día 57

Me gustan las casas con balcón, suscité desde ese que me pertenecía por lo menos aquella noche. 

Me gusta ese espacio entre el calor del hogar, y la seguridad que da el estar expuesto a lo externo, sin ir muy lejos. 

Dicen que los días van rápido cuando la estas pasando bien. Y yo creo que es cierto. El problema de los días lentos, es el mismo de los balcones en casa, cuando los usamos sin compañía. Uno piensa de más, y comienza a querer volver a estar dentro, sin importar el paisaje próximo a perdernos.

Todo es compañía. Una casa es sólo una casa cuando estas tu, y más nadie. Se vuelve hogar cuando los rincones tienen historia. Sobretodo esos intensivos que uno hace, y le presenta metro por metro, a esa persona a quien también le muestra su corazón. 

Tic, tac, tic, tac, ves la hora y dices, ya falta menos. Pasa un tiempo, y cuando revisas, falta más. 

"Se paró el reloj de arena, a los cincuenta y seis días". 

Aún no he decidido si darle la vuelta para volver a comenzar, o darle fin así, con arena sin sacudir en los costados, sabiendo que cuando terminen de caer, no habrá marcha atrás.


(París, campos de marzo- febrero de 2014). 

Comentarios