Patricia me vuelve loco.
Cuando me toca el brazo, toma de mis vellos en el antebrazo y
hace como si intentara quitármelos, pero luego suaviza la intención y los
suelta, me da una ternura increíble.
Es electricidad. Química cuántica y ¿tántrica?. Me encanta.
Siento como bombea mi sangre cuando se que va a decirme algo
al oído y el lugar está abarrotado de gente. Amo que toque mi cara para decirme
lo equivocado que estoy. Como me ve esperando un beso cada vez que se nos acaba
la conversación.
Alucino cuando el viento se pone fastidioso y su cabello es
un total desastre. Adoro acercarme… tenerla de frente, y descubrir sus ojos
detrás de aquel desorden, descubrirme en su mirada y encontrarla tan hermosa
como siempre.
Patricia me ama y yo la amo también.
Me gusta su palabra en mi conversación, su forma de reír.
Sus gritos con agudos inalcanzables para mis cuerdas vocales. Su forma de
mirarme cuando estoy molesto, buscando aprobación, no se si en mis pupilas o
pestañas, pero se pierde por ahí, hasta que la encuentra.
Me gustan sus maneras, aunque a veces las rechazo. Me gusta
doblegarme aunque intento no hacerlo tanto. Me gusta discutirla, aunque se
que está en lo cierto.
Me gusta cuando calla y me da la razón. Me gusta que sus
argumentos empobrezcan a mitad de la riña. Me gusta cuando se va caminando y
puedo estar solo.
Me gusta entristecerme y saber que cuando pase mi trance,
estarán sus llamadas perdidas en mi celular.
Me gusta verla, irse.
Amo como camina en línea recta, sale de mi vida, y no
regresa jamás.
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