Hoy 13 de agosto, he llegado a la conclusión de que no hay desaciertos en el amor, solo hay unos que sencillamente no tienen remedio.
Uno no escoge, definitivamente, a quién le abre la vida entera. Esto puede pasar en años, en meses, en horas, o en algunos casos, pura imaginación.
Hay amores que uno no entiende. Gente complicada. Diferencias de edad. Diferencia de sueños. Intrusos en el camino. Peleas. Inmadurez. Besos inexplicables. Llamadas de madrugada. Textos sin sentido. Verbos mal puestos. Agonía. Celos. Tristeza. Impotencia. Frustración. Mentiras. Verdades. Miradas. Muchos "no quiero seguir escuchándote". Visitas casi al amanecer, que terminan en una discusión absurda.
Hay amores que uno no se explica. Gente que sientes conocer de toda la vida. Sensación de llenura infinita. Ilusiones que abruman. Visitas que terminan en llamadas, que terminan en mensajes, que concluyen con el amanecer, y te das cuenta que no importa no dormir. Risas. Música. Besos con y sin lengua. Gustos en común. Conversaciones sexuales. Sexo. Cosquillas. Sobrenombres. Fotos. Abrazos que detienen el tiempo.
Hay amores que uno tiene que llorar para sanar.
De esos que tienes que sacarte con más de una botella de vino, del corazón.
De esos imposibles.
De esos que no eran para ti, pero te empeñaste.
De esos por los que arriesgaste tu tranquilidad, tu paciencia, tu pudor, y tu dignidad.
De esos que terminarán dando risa. Pero jamás tendrán sentido.
De esos que no tienen remedio.
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